La decepción ha transcurrido, se siente como ese frío que
transcurre por la espalda y eriza la piel, en aquello que creí, hoy lo he visto
destruido. Sinceramente creo que del suelo no se levantará más, ahí, cual
escupitajo embarrado en el gris asfalto, despreciable y asqueroso, incluso el
hecho de pisotearlo provoca repulsión. Con el pasar de los segundos poco a poco
desaparece y no queda más de él, ni siquiera aquél de quien dentro salió ya lo
recuerda, hasta de mala educación se ve arrojarlo al suelo, así, sin más, sin menos,
se queda ese sentir, ese sentir que alguna vez me dio aliento.
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